El 25 de enero de 1905 en Suráfrica se encontró un diamante de unas dimensiones nunca vistas: ¡pesaba...lo mismo que una piña! Por mandato del rey Eduardo VII de Gran Bretaña, el diamante Cullinan, como se le conoce hoy, se cortó en once piezas para la elaboración de joyas para la corona. Después de haberse tallado y pulido se colocó en la cabeza del Cetro Real de Gran Bretaña. Su propietaria actual es la Reina Isabel II y su valor se estima en unos cuatrocientos millones de dólares.
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